2005/09/21

Cuento


El Alcalde
(Cuento)

Luis-Gerardo Martínez García

El alcalde murió en un accidente automovilístico. Su camioneta estrelló en un gran árbol a dos kilómetros de su residencia.
Su esposa, quedó impresionada por la noticia. --¿Cómo que en un árbol? ¿Maldito sea éste y quien lo sembró?, susurraba.
Los amigos llegaron al sepelio. Funcionarios de los gobiernos le enviaron su más sentido pésame. Sus familiares empezaron a murmurar sobre las herencias. Todos, o por lo menos la mayorías de los vecinos acompañaban a la viuda. Pero ella seguía sin dar crédito al suceso. No era posible que su esposo hubiese muerto.
A dos días, después de haberlo sepultado en el panteón de la comunidad más cercana, ella se dirigió al lugar del accidente, a donde su esposo había estrellado la camioneta, partiéndola literalmente en dos. Llegando al lugar indicado preguntó a un campesino que caminaba por la carretera: --Señor ¿sabe el lugar exacto donde se accidentó el alcalde? –Es aquí señora –respondió con voz firme, señalando hacia el centro del camellón. --Pero aquí no hay ningún árbol –replicó ella con asombro, desesperada. Ya no obtuvo respuesta. Volteó pero el campesino tampoco estaba.

2005/09/08

Vida



Así viven mis amigos del cerro, a 10 minutos de la ciudad de Xalapa, capital de Veracruz,México

Ese es su camino, por donde viajan sus ilusiones y esperanzas; esas son sus casas, en donde viven sus tradiciones, alegrías, sufrimientos y pobreza. Ahí están, en el cerro. Cuando el balón rueda corren y corren hasta allá abajo, nunca lo alcanzan antes. Sus pies descalsos hacen el patio; sus miradas dulces ven a lo lejos, allá en el pueblo la poca riqueza de unos y la mucha pobreza de otros. Más de 20 minutos para subir a las chozas, qué más dá, ellos siempre estarán ahí; bajan para comprar, para estudiar, para jugar pero regresan para ser ellos. Su identidad está ahí, entre ellos. Comparten, viven y conviven la tierra; ésta es su vida su refugio, su razon de ser... su vida está en el cerro, no tienen otro lugar a donde ir.

Luis Gerardo Martínez García

Educación


Analfabetos del siglo XXI


HACE YA cuatro décadas que tal día como hoy (el 8 de septiembre, que en España tiene tradición festiva) fue proclamado por la ONU y la Unesco como Día Internacional de la Alfabetización. Incluso, hasta 2015, Naciones Unidas tiene en marcha también una Década de la Alfabetización. Han pasado los años, el analfabetismo ha descendido en casi todo el planeta, pero la fecha sigue siendo útil como llamada de atención sobre lo que queda por hacer todo en determinados campos y géneros.

www.nifl.gov/nifl/literacy_day/ild_history.html

Porque el porcentaje de adultos analfabetos aún es considerable en bastantes países, como cuenta la División de Estadísticas de Naciones Unidas, mientras que la Unesco desarrolla una campaña que busca el aumento de recursos en educación para todos.

unstats.un.org/unsd/demographic/products/socind/illiteracy.htm

www.unesco.org/education/efa

Del tema se ocupa la ONG Alfabetización Sin Fronteras. En su página, además de detalles de la organización, encontramos una monografía o informaciones que aluden al problema en España.

www.unesco.org/education/efa

Women in Literacy tiene, en inglés, una perspectiva femenina, mientras que las más pequeñas son objetivo de la campaña Letras para las niñas.

www.womeninliteracy.org

www.enredate.org/enredate/calendario/diasmundiales/dia_internacional_de_la_alfabetizacion

Pero, ya en pleno tercer milenio, hay otro tipo de analfabetismo muy peligroso, que va más allá de la capacidad de leer y escribir: el digital. En Europa existen iniciativas para combatirlo como la de eLearning.

www.elearningworkshops.com/modules.php?name=News&file=article&sid=504

Educa Web se acerca al problema del analfabetismo digital con recursos monográficos.

www.educaweb.com/esp/servicios/monografico/alfabetizacion

También en español, E-Learning for E-Inclusion plantea un proyecto de acercamiento de Internet a las personas excluidas y desfavorecidas financiado por la Unión Europea.

www.el4ei.net/esp/index.html

La Confederación Española de Organizaciones de Mayores lucha contra la discriminación por edad con una oferta de enseñanza de e-mail e Internet.

www.ceoma.org/modules.php?name=News&file=article&sid=8

Pero existe aún otro analfabetismo de nuestra época, el audiovisual, como podemos ver y tratar en una página de la Universidad Autónoma de Barcelona.

dewey.uab.es/pmarques/alfaaudi.htm


El buscador - CARLOS ÁLVAREZ

2005/09/05

Literatura


CRÍTICA
La nostalgia de la inocencia
Vila-Matas reemprende su juego metaliterario en Doctor Pasavento. El escritor de entreguerras Robert Walser es uno de los convocados a esta nueva partida, divertida y trágica, en la que vuelven a fundirse realidad y ficción burlona, humor y literatura. El escritor barcelonés experimenta en esta obra con ironía acerca del escritor y sus obsesiones, de la fama y el anonimato; del pánico por falta de inspiración que acecha al novelista y de la neurosis.
JORDI GRACIA

La novela más extensa de Vila-Matas despliega la exasperación también más intensa y trabada de sus fijaciones neuróticas como novelista. O mejor, las fijaciones de su más veraz, verdadero y tiránico narrador, ese que no le deja explorar fuera de una red de conexiones filosóficamente literarias. La extranjería estética de Vila-Matas en nuestras letras tiene razones muy diversas, pero una de ellas es la obstinación con que ha emprendido la invención de una macrofantasía literaria en torno a la vida como literatura y la literatura como vida, porque ese lugar no preexiste, ni está predefinido: finge reproducir las leyes de la realidad interior del escritor Vila-Matas, empieza en su biografía y desemboca en literatura maniática, obsesiva. Cada una de sus últimas novelas ha ensayado la inmersión en un ángulo que es a su vez una perspectiva distinta sobre la psicopatología del escritor estudiado con la lente de aumento (desproporcionado y autoirónico) que es el mismo escritor neurótico, obsesionado con los mecanismos de la creación. Vila-Matas presta a su narrador la paranoia identitaria a partir de un pretexto conectado verosímilmente con su vida real: el deseo de desaparecer como autor conocido y solicitado, la ansiedad por regresar a un espacio de escritura sin condiciones ni apremios, anterior al de la bendita celebridad. La astucia del planteamiento está basada, sin embargo, en que ese esfuerzo de desaparición es ambiguo y siempre ambivalente, necesita un chequeo regular y a menudo se asusta de lo que logra de veras (ser olvidado, dejar de existir como referencia pública durante el año que abarca la novela), porque chocan dos tensiones al menos: el afán de huir de las servidumbres del nombre propio, sí, pero también otra de estirpe fundadora, la fascinación antigua y carnal por un escritor de entreguerras, ese Robert Walser que entusiasma a Kafka y cuya prosa y cuya vida fueron solidarias de la ilusión de desvanecerse, de ausentarse, de no ser haciendo literatura.
Curiosamente, mientras las dos novelas anteriores de Vila-Matas, París era una fiesta y El mal del Montano, perdían algo de interés en su segunda mitad, ésta lo gana. El emplazamiento de la aventura de Walser y el relato mismo de la peripecia de su búsqueda, a mitad de la novela ha de llevarla a un lugar vivido y encarnado, más allá de la inventiva y minuciosa angustia de correspondencias que vive el narrador que huye en la calle Vaneau, de París, (estando sin estar, huyendo de su editor Christian Bourgois o de posibles conocidos, como Lobo Antunes): Walser primero y Emmanuel Bove después son la nostalgia de la inocencia de la primera escritura, cuando no hay nada que interfiera en el escritor excepto su vocación a la intemperie, cuando el azar es el que dicta lo que escribe y la repercusión (ninguna) de lo que publica. Y todo eso se materializa en la extrema lucidez y autocontrol de Walser, tan leal a sus obsesiones que dejó de escribir al mismo tiempo que su hermana le recomendaba el ingreso en un sanatorio psiquiátrico en Suiza, y allí moriría sin haber vuelto a escribir excepto unas miniaturas gráficas que imitará el propio Pasavento (que es el psiquiatra cuya biografía y personalidad inventa el novelista para huir de sí mismo, o probar suerte novelesca con ese experimento). La diseminación de datos histórico-biográficos y literarios verídicos relacionados con esos y otros escritores (incluidos personajes con nombres de invención y sin embargo reales, como la profesora Yvette Sánchez) construyen el simulacro de verdad para una ficción burlona de la verosimilitud realista y ansiosa de fijar la veracidad de un sentimiento complejo: esa zona intermedia en que confluyen el espanto de un escritor a perder el fuelle de la inventiva, la obstinación en ahondar en la escritura misma como espacio de novela, la descarada complacencia en una poética literaria que recrea la improvisación como técnica novelesca e incrusta balas cargadas de excentricidad y de la purísima majadería tan rigurosamente suya. La piel de ese mundo es la prosa y su oxígeno la ironía como elemento estructural constante, como una epidermis invisible, y que es de las mejores virtudes de Vila-Matas.
La nostalgia de la inocencia es, por tanto, irónica, aunque la eficacia de la construcción puede hacer perder de vista esa distancia estética, sin advertir de que quien está desarrollando esa fantasía de coincidencias increíbles en la calle Vaneau obedece a un paranoico que escribe advirtiendo en los hechos ordinarios de la vida, incluida la prensa, la historia privada de una calle o un retazo de conversación, señales de un orden secreto que no es el de la vida, aunque lo finja, sino el de la invención novelesca sin perder de vista su objetivo último: la divertida, bienhumorada y también trágica recreación de las neurosis de un escritor que sabe imposible la huida del propio pasado y que sabe también que la única manera de protegerse de las paranoias identitarias es burlarse de ellas con una brillante novela experimental de humor y escritura.

DOCTOR PASAVENTO
Enrique Vila-Matas
Anagrama.
Barcelona, 2005
388 páginas.

Tomado de: BABELIA - 03-09-2005 El pais

2005/09/02

Visita México en la lectura


Reseña
Vivir la ciudad de México, DF
Luis Gerardo Martínez García
Rubén Gallo nos permite viajar por la ciudad del DF con sólo leer su libro. A través de su antología México DF: Lectura para paseantes (Turner, 2005), el también doctor en literatura comparada por la Universidad de Columbia en Nueva York, nos hace vivir la ciudad de México DF en plenitud de manera extraordinaria; se apoya en “las crónicas más agudas y originales sobre desastres y las delicias de la vida”, señala Jean Franco. Nos hace revalorar a la tan sacudida, criticada, contaminada y maleada ciudad del DF, la más grande del mundo, “Es una megalópolis de más de veinte millones de personas que ocupa una superficie de 1.500 kilómetros cuadrados…” Rubén Gallo.
Gallo, después de realizar una búsqueda minuciosa e inteligente de las crónicas más exquisitas sobre el DF, llega a formar -empleando la expresión de Gonzalo Celorio- una ciudad de papel. De los escritores capitalinos más singulares, selecciona a aquellos que conocen bien la capital de la república mexicana, para así, como lector dar un paseo literario “lleno de accidentes y sorpresas, de encuentros y desencuentros. Transitar por sus páginas es el equivalente libresco de divagar por las calles de la capital”. (R. Gallo)
Entre los autores destacan Carlos Monsiváis, conocido al respeto como el antrólogo oficial o el cronista extraoficial de la ciudad (el primero en hacer un análisis serio de la cultura popular en la metrópoli, desde la canción ranchera hasta la lucha libre); Guadalupe Loaeza quien, en este libro, retrata la vida cotidiana de las “reinitas” y su encuentro con los marchantes del mercado; y, Juan Villoro quien muestra el simbolismo nacionalista y utópico en los nombres e ideogramas de cada una de las estaciones del metro (ciudad subterránea dotada de una mitología propia). Pero también aparecen en esta antología dedicada a Tito Monterroso (1921-2003) autores de la calidad de Jorge Ibargüengoitia, Vicente Leñero, José Joaquín Blanco, Ricardo Garibay, Guillermo Sheridan, José de la Colina, Elena Poniatowska y Cuauhtémoc Medina; así como las fotógrafas Daniela Rossell y Teresa Margolles.
En esta antología se incorporan crónicas literarias sobre la vida en la capital mexicana de los últimos 30 años que, contrario a los que fijan su atención sólo en la nostalgia arquitectónica, reflejan las complejidades del DF, una ciudad delirante donde abundan los extremos. Los escritores, dice el autor, son flâneurs que se dedican a explorar los rincones más oscuros y las esquinas más raras de la metrópoli; una ciudad abundante, exagerada, movible, ruidosa… viva; llena de gente que quiere llegar de prisa ahí, a ningún lado pero que tiene identidad, historia… es la ciudad misma; orgullosos de ella la recorren sin descanso; una ciudad que varía al ritmo del corazón, cambiante: “A diferencia de Teotihuacan, ha sido el destino de México sobrevivir a costa de transformarse.” Salvador Novo, Nueva grandeza mexicana (1946). A lo que Monsiváis agrega en la edición revisada de 1967: “El México de hoy es la ciudad ambiciosa, violenta, tímida, colonial, llena de sojuzgamiento, y altiveces, libérrima, horrenda, indescriptible, magnífica, ávida, voluntariosa”. El autor nos lleva por un recorrido del México real.
Así la introducción de esta antología entrecruza voces citadinas para enmarcar un debate verdaderamente elaborado, profundo y rico. Es donde pone en tela de juicio la postura del arquitecto holandés Rem Koolhaas quien afirma que las grandes ciudades de hoy están destinadas a convertirse en ciudades genéricas, pues aquellas ciudades dotadas de una fuerte identidad cultural están condenadas a la petrificación, a hundirse bajo el peso de su propia tradición: “Entre más fuerte se su identidad, más se verá atrapada y más resistirá la expansión, la interpretación, la renovación, la contradicción”, dice Koolhaas. Uno de los rasgos principales de la ciudad genérica es su falta de vida, por ello, Gallo incluye ideas en su texto inicial del crítico neoyorquino Marshall Berman, publicadas en All That Is Solid Melts into Air (Todo lo sólido se desvanece en el aire), quien lamenta la muerte de la calle en Brasilia y se deprime al transitar por sus vastos espacios genéricos. “A Berman le hubiera encantado el centro de la ciudad de México, dige Gallo, que, al contrario de Brasilia, es un espacio urbano caótico, atiborrado de gente y totalmente heterogéneo.”
Todo este marco introductorio amaza un engranaje de ideas que atrapan, que roban para ir preparando el viaje antes de empezar con la primera crónica: “México, ciudad de papel” de Gonzalo Celorio. Las reflexiones iniciales de México DF: Lectura para paseantes intentan, lográndolo, contextualizar las preguntas ejes del documento: ¿Cómo teorizar una ciudad como esta?, ¿Qué textos pueden ayudarnos a comprender un espacio marcado por el desorden y el caos?, entre otras, a lo que Jorge Ibargüenguitia puntualiza: la mejor manera de teorizar la ciudad es practicarla; seguido de Salvador Novo quien habla de la necesidad de ejercer la ciudad, es decir, de recorrerla, caminarla y explorarla y para ello, esta antología de Rubén Gallo nos abre las puertas de la imaginación con crónicas inteligentes para, subir al metro, recordar al rey de la basura, conocer a las criadas, visitar el Zócalo, observar a los limpiaparabrisas, ver el Vips o el McDonal´s, ir al café de chinos, viajar en camión por las calles de Las Lomas, La Zona Rosa, Plaza Satélite, División del Norte; esto es, conocer la ciudad de México DF llena de vida, caos, complejidad, desorden, anarquía, contaminación, peligros, desastre urbano y pesadilla posmoderna; y sin embargo, pensemos que las cosas no están tan mal ya que sus habitantes siguen viviendo allí. La lectura de esta antología es todo un reto que nadie se puede perder. ciudadmexico@hotmail.com

polígrafo


Escribir, poder y libertad.

Luis Gerardo Martínez García
ciudadmexico@hotmail.com

Escribir es poder; pero el poder va acompañado de libertad. Si se tiene libertad se puede ejercer ese poder a través de escribir sin censura. Porque ser hombre libre es pensar y escribir en libertad. Aquel hombre que escribe en libertad ejerce el poder para pensar en libertad; para crear espíritus libres.

El peor error de aquellos que venden sus plumas al mejor postor es que jamás tendrán poder (éste será de sus superiores); jamás podrán formar opinión; jamás tendrán el valor de llamar las cosas por su nombre; jamás serán libre. Vender la pluma es vender la libertad y empeñar el pensamiento; es vivir en el oasis del poder; es siempre ser súbdito del poder. Vender la pluma es meter en alcabala las ideas; es someter el espíritu contra su propia naturaleza.

Escribir conlleva lectura; significa valor y filosofía de vida. Escribir en una hoja de papel en blanco es el reto más grande de la razón. Escribir y leer son el binomio del poder. Escribir y leer son verbos y sustantivos a la vez, son arte y ciencia, son vida y muerte; ambos son las representaciones del trabajo intelectual. Escribir es reescribir y leer es revivir. Escribir y leer son la fórmula para poder pensar libremente.

Quien escribe protagoniza una de las realidades más indescriptibles en su encuentro virtual con el lector. ¿El escritor piensa en el lector?, ¿el escritor escribe para sí o para alguien?, ¿quién busca a quien?, ¿hay escritores sin lectores o lectores sin escritores?, ¿el escritor existe en tanto el lector? El encuentro se dá y ya. El escritor posiblemente imagine al lector, pero lo lea aquel en quien nunca pensó. El lector posiblemente encuentre al escritor que jamás buscó. Ambos están ahí, en algún lugar, sin rostro, sin lugar fijo; pero existen, así como la libertad, como el poder, como el pensamiento. Sólo hay que valorarlos y hacerlos propios. Escribir, por algo rima con vivir, discernir, reescribir… sobrevivir.