2005/09/02

Visita México en la lectura


Reseña
Vivir la ciudad de México, DF
Luis Gerardo Martínez García
Rubén Gallo nos permite viajar por la ciudad del DF con sólo leer su libro. A través de su antología México DF: Lectura para paseantes (Turner, 2005), el también doctor en literatura comparada por la Universidad de Columbia en Nueva York, nos hace vivir la ciudad de México DF en plenitud de manera extraordinaria; se apoya en “las crónicas más agudas y originales sobre desastres y las delicias de la vida”, señala Jean Franco. Nos hace revalorar a la tan sacudida, criticada, contaminada y maleada ciudad del DF, la más grande del mundo, “Es una megalópolis de más de veinte millones de personas que ocupa una superficie de 1.500 kilómetros cuadrados…” Rubén Gallo.
Gallo, después de realizar una búsqueda minuciosa e inteligente de las crónicas más exquisitas sobre el DF, llega a formar -empleando la expresión de Gonzalo Celorio- una ciudad de papel. De los escritores capitalinos más singulares, selecciona a aquellos que conocen bien la capital de la república mexicana, para así, como lector dar un paseo literario “lleno de accidentes y sorpresas, de encuentros y desencuentros. Transitar por sus páginas es el equivalente libresco de divagar por las calles de la capital”. (R. Gallo)
Entre los autores destacan Carlos Monsiváis, conocido al respeto como el antrólogo oficial o el cronista extraoficial de la ciudad (el primero en hacer un análisis serio de la cultura popular en la metrópoli, desde la canción ranchera hasta la lucha libre); Guadalupe Loaeza quien, en este libro, retrata la vida cotidiana de las “reinitas” y su encuentro con los marchantes del mercado; y, Juan Villoro quien muestra el simbolismo nacionalista y utópico en los nombres e ideogramas de cada una de las estaciones del metro (ciudad subterránea dotada de una mitología propia). Pero también aparecen en esta antología dedicada a Tito Monterroso (1921-2003) autores de la calidad de Jorge Ibargüengoitia, Vicente Leñero, José Joaquín Blanco, Ricardo Garibay, Guillermo Sheridan, José de la Colina, Elena Poniatowska y Cuauhtémoc Medina; así como las fotógrafas Daniela Rossell y Teresa Margolles.
En esta antología se incorporan crónicas literarias sobre la vida en la capital mexicana de los últimos 30 años que, contrario a los que fijan su atención sólo en la nostalgia arquitectónica, reflejan las complejidades del DF, una ciudad delirante donde abundan los extremos. Los escritores, dice el autor, son flâneurs que se dedican a explorar los rincones más oscuros y las esquinas más raras de la metrópoli; una ciudad abundante, exagerada, movible, ruidosa… viva; llena de gente que quiere llegar de prisa ahí, a ningún lado pero que tiene identidad, historia… es la ciudad misma; orgullosos de ella la recorren sin descanso; una ciudad que varía al ritmo del corazón, cambiante: “A diferencia de Teotihuacan, ha sido el destino de México sobrevivir a costa de transformarse.” Salvador Novo, Nueva grandeza mexicana (1946). A lo que Monsiváis agrega en la edición revisada de 1967: “El México de hoy es la ciudad ambiciosa, violenta, tímida, colonial, llena de sojuzgamiento, y altiveces, libérrima, horrenda, indescriptible, magnífica, ávida, voluntariosa”. El autor nos lleva por un recorrido del México real.
Así la introducción de esta antología entrecruza voces citadinas para enmarcar un debate verdaderamente elaborado, profundo y rico. Es donde pone en tela de juicio la postura del arquitecto holandés Rem Koolhaas quien afirma que las grandes ciudades de hoy están destinadas a convertirse en ciudades genéricas, pues aquellas ciudades dotadas de una fuerte identidad cultural están condenadas a la petrificación, a hundirse bajo el peso de su propia tradición: “Entre más fuerte se su identidad, más se verá atrapada y más resistirá la expansión, la interpretación, la renovación, la contradicción”, dice Koolhaas. Uno de los rasgos principales de la ciudad genérica es su falta de vida, por ello, Gallo incluye ideas en su texto inicial del crítico neoyorquino Marshall Berman, publicadas en All That Is Solid Melts into Air (Todo lo sólido se desvanece en el aire), quien lamenta la muerte de la calle en Brasilia y se deprime al transitar por sus vastos espacios genéricos. “A Berman le hubiera encantado el centro de la ciudad de México, dige Gallo, que, al contrario de Brasilia, es un espacio urbano caótico, atiborrado de gente y totalmente heterogéneo.”
Todo este marco introductorio amaza un engranaje de ideas que atrapan, que roban para ir preparando el viaje antes de empezar con la primera crónica: “México, ciudad de papel” de Gonzalo Celorio. Las reflexiones iniciales de México DF: Lectura para paseantes intentan, lográndolo, contextualizar las preguntas ejes del documento: ¿Cómo teorizar una ciudad como esta?, ¿Qué textos pueden ayudarnos a comprender un espacio marcado por el desorden y el caos?, entre otras, a lo que Jorge Ibargüenguitia puntualiza: la mejor manera de teorizar la ciudad es practicarla; seguido de Salvador Novo quien habla de la necesidad de ejercer la ciudad, es decir, de recorrerla, caminarla y explorarla y para ello, esta antología de Rubén Gallo nos abre las puertas de la imaginación con crónicas inteligentes para, subir al metro, recordar al rey de la basura, conocer a las criadas, visitar el Zócalo, observar a los limpiaparabrisas, ver el Vips o el McDonal´s, ir al café de chinos, viajar en camión por las calles de Las Lomas, La Zona Rosa, Plaza Satélite, División del Norte; esto es, conocer la ciudad de México DF llena de vida, caos, complejidad, desorden, anarquía, contaminación, peligros, desastre urbano y pesadilla posmoderna; y sin embargo, pensemos que las cosas no están tan mal ya que sus habitantes siguen viviendo allí. La lectura de esta antología es todo un reto que nadie se puede perder. ciudadmexico@hotmail.com