2012/09/08



Diez consejos de Antonio Pino para desarrollar la competencia escrita

Por Luis Gerardo Martínez García

Antonio Pino Méndez (1953) nació en la ciudad de Xalapa, Veracruz. Egresado de la Licenciatura en Letras Españolas de la Universidad Veracruzana, se viene desempeñando desde 1979 como docente en la Facultad de Pedagogía de la propia UV. Además de estudiar la Maestría en Letras Hispanoamericanas, cuenta con la Maestría en Educación y el Doctorado en Ciencias de la Educación. Veinte años trabajó como docente en el Colegio Preparatorio de Xalapa y otros tantos en la Escuela Normal Superior “Dr. Manuel Suárez Trujillo” y en la Universidad Pedagógica Veracruzana. A la fecha lleva más de 22 años como docente de posgrado en diversas Universidades públicas y privadas.
Por muchos años, compartiendo libros, revistas, apuntes y charlas ha involucrado a los jóvenes universitarios en el desafiante oficio de escribir. De ahí que muchos hayan incursionado en revistas y periódicos de reconocida trayectoria; otros, publicando en revistas científicas reportes de investigación con especial estilo de escribir. Con ese afán que le ha caracterizado a Antonio Pino, me di a la tarea de solicitarle diez consejos para desarrollar la competencia escrita, no sin antes hacernos la siguiente acotación: “Las siguientes reflexiones sedimentan distintos componentes de experiencias de trabajo en el contexto de la educación superior pública y privada. No constituyen  una receta, ni mucho menos. Se  trata, más bien, de sugerencias para expresarse por escrito en el ámbito académico, pues bien es sabido que la escritura académica tiene sus propia reglas y efectúa diversas traducciones de la experiencia articulada a la generación, distribución y aplicación del conocimiento científico”.
Por su perfil universitario Pino Méndez prefiere hacer referencia a la escritura académica, señalando “…está sustentada, por lo general, en actividades relacionadas con la investigación,  distribución y apropiación, por otro u otros, de los contenidos que aquella vehiculiza. Una de las reglas del conocimiento académico es la rigurosidad a la hora de su formulación (al mismo tiempo que es una característica); ella nos conduce a otra disposición normativa referida a su lógica  de exposición, que exige la vigencia de las disposiciones gramaticales y discursivas propias de la lengua escrita y que no es frecuente encontrarlas en quienes escriben. La otra regla tiene que ver con la verosimilitud de lo que se comunica; ella descansa en la fuerza de los argumentos que se emplean en la escritura al sustentar un conjunto de afirmaciones en torno a determinado tema. Los argumentos tienen que estar ligados entre sí y formar un entramado que los haga difíciles de “derribar”. Como sucedáneo de la verosimilitud está el criterio de verdad, materializado en la necesaria congruencia entre lo que se predica de algo y el referente mismo a ese algo. De aquí deriva la objetividad, que no necesariamente significa neutralidad frente a lo que se piensa, como tampoco el deslindarse de lo dicho-escrito una vez que éste ha sido impregnado en soporte de papel y/o electrónico. En otras palabras, esto significa que el compromiso intelectual se proyecta a cabalidad en lo dicho-escrito.”
Hechas ambas acotaciones que contextualizan el motivo de la charla, pasamos ahora a los siguientes consejos de Antonio Pino para generar procesos de escritura en el nivel superior: 1) tener interés por unos temas específicos, lo cual supone la posesión de determinados saberes e intereses en torno a ciertos temas dentro del ámbito de quien escribe; 2) disponer de un asesoramiento tendiente a generar el proceso de escritura, pues esto se traduce en un factor motivacional, aparte de que se aprovecha la experiencia de quien asesora; 3) antes de escribir, hay que leer, toda vez que la lectura tiene un carácter constructivo, fundacional; 4) diseñar esquemas previos  al despliegue de la escritura, ya que se requiere establecer un principio de orden de producción del discurso, vale decir, contar con un plan de escritura; 5) someter a revisión y corrección el producto escrito, condición necesaria para comprender que la escritura es un proceso sinuoso, imposible de “estar a la primera”; 6) establecer diversas combinaciones entre las lecturas realizadas sobre un tema (respetando los derechos de autor) y las ideas propias suscitadas a partir de dichas lecturas, en la inteligencia de que es necesario pagar tributo intelectual, ya que el conocimiento es, al propio tiempo, propiedad privada y propiedad colectiva; 7) revisar los argumentos expuestos en dichas lecturas para generar nuevos argumentos propios, pues está claro que nadie escribe de la nada, toda vez que por lo general se escribe con referencia a algo y en contra o a favor de ese algo; 8) tener apertura en la recepción de las correcciones, pues aquí el dogmatismo no es el mejor acompañante y se está en un proceso de aprendizaje del oficio de escribir;9) revisar- corregir- volver a revisar- “puesta en limpio del texto”, en el sentido de ir preparando el asalto final de la escritura,y,10) impresión- publicación del escrito para someterlo al juicio del lector. Y de allí, si resistimos los embates de nuestros miedos y los efectos de la crítica, entonces intentaremos volver a experimentar la experiencia de la escritura.
Pino Méndez, identificado como universitario de letras involucrado en la Pedagogía, también es Miembro de Número de la Academia Mexicana de la Educación y coautor de libros de texto de Bachillerato. Reconocido por formar generaciones de educadores, hoy también es reconocido por sus textos sobre géneros literarios, como recursos didácticos en la elaboración de trabajos académicos. Terminamos nuestra charla para futuras ocasiones con Antonio Pino Méndez.


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