Sindicalismo magisterial desde la visión de Avelino Reyes Pech
Por Luis Gerardo Martínez García
Avelino Reyes Pech nació en Calkini, Campeche en el año 1938. Su trabajo profesional docente siempre lo desempeñó en diferentes regiones del estado de Veracruz durante más de cincuenta años. Orgulloso habla de su desempeño en Educación Primaria, además de la Secundaria (que ahora forma parte de la educación básica); ejerció las mismas funciones en Educación Media Superior y Superior (Preparatoria, Educación Normal y Universitaria). También fue dirigente estudiantil local y nacional; dirigente sindical a nivel local y estatal. Participó en congresos pedagógicos, seminarios y foros educativos así como sindicales. Se graduó como Profesor de educación primaria y de educación media; estudió Pedagogía y Filosofía en la Universidad Veracruzana; posteriormente estudió la Maestría en Desarrollo de la Educación Básica en la Universidad Iberoamericana. Actualmente es pensionista, lo cual no le ha impedido continuar como miembro del Órgano de Evaluación Independiente con carácter Federalista (OEIF) y del Comité Estatal de Seguimiento (CES) del Examen Nacional para el Concurso por el cual se selecciona a los maestros para ocupar plazas docentes. Gran parte de su tiempo lo dedica a escribir artículos en periódicos y he colaborado en la fundación de revistas educativas. Platiqué recientemente con él sobre el sindicalismo magisterial.
Reyes
Pech expresa “Debo entender con la
expresión ´sindicato magisterial´ al Sindicato Nacional de Trabajadores de la
Educación (SNTE) con delegados
sindicales en todo el país sin olvidar que existen otros sindicatos
magisteriales con menor número de agremiados y espacios territoriales de
cobertura. Desde esta perspectiva, como otros sindicatos nacionales, el SNTE es
producto de las etapas políticas que los trabajadores protagonizaron en el país en la primera mitad del siglo
XX, durante las convulsiones sociales
que dieron lugar a la institucionalización de lo que se conoce como la
revolución mexicana. La lucha de los maestros de todos los ámbitos del país y
niveles educativos, en busca de su identidad profesional y de sus derechos
laborales no puede entenderse fuera esas etapas históricas. Desde sus pequeñas
organizaciones gremiales locales, municipales y estatales hasta su conformación
nacional en una organización estructurada como un interlocutor político del
poder, el SNTE ha transitado por varias etapas y en cada una de ellas ha sido
factor de discusión y lucha política por alcanzar o preservar los derechos
profesionales y económicos de quienes militamos en la organización sindical
labor, imposible sin la interlocución política.”
¿Cómo se puede valorar al SNTE en esta
situación política?
El
SNTE que agrupa mayoritariamente a los trabajadores de la educación que prestan
servicios en educación básica y normal, desde
su origen, jugó el papel de principal interlocutor nacional del gobierno para
resolver muchos problemas políticos y
económicos del país y del poder público. Por tanto, como organización política
de origen, ha mantenido esa naturaleza que le dio su origen. Nace en el
gobierno de Manuel Ávila Camacho por necesidades de orden político, y desde su
conformación en el año de 1943; ha pasado por etapas de luces y sombras. Merecen
ser nombradas, entre las primeras, la creación de la Fundación para la Cultura
del Maestro en 1991; impulso a la edición de obras pedagógicas y literarias; la
fundación de la biblioteca del Centro Nacional de Arte Contemporáneo; creación
del Instituto de Estudios Sindicales y Educativos de América (IEESA); las
iniciativas por ampliar la cobertura de la educación gratuita, etc. En lo
político, creo que hasta este momento mantiene su fuerza numérica y política
para ser un actor o referente importante en el quehacer de muchas instituciones
del país. Sin desconocer que en su interior vive una serie de contradicciones
explicables y necesarias dadas la pluralidad ideológica y pedagógica de sus
miembros, ha conservando condiciones de tolerancia y convivencia con tales manifestaciones, si
bien esa tolerancia está lejos de ser homogénea en todas las secciones
estatales que integran su estructura organizacional. Hoy por hoy, constituye
una instancia necesaria para la defensa de la escuela pública amenazada por una
fuerza privatizadora deseosa de un modelo ultraconservador con la pretensión de convertir a la educación en
factor de rentabilidad de mercado. En esas circunstancias, el magisterio
debería tener conciencia de la necesidad
de contar con un instrumento organizacional legal para demandar al Estado
condiciones justas en las percepciones salariales y ´profesionales afín a la
naturaleza de su materia de trabajo.
¿Podemos hablar de la relación
Estado-SNTE?
Dentro
de esta lógica, la relación del Estado con el SNTE tiene que dirigirse a
impulsar de hecho y de derecho su autonomía organizacional del poder público y
de los poderes fácticos del país. La preocupación del Estado Mexicano tiene que
limitarse a considerarlo como un factor importante para lograr un propósito común: el de contar
con una organización de trabajadores de
la educación que requiere respeto a su
autonomía política y apoyos para mantenerse con el compromiso social que lleva
como objetivo el desarrollo nacional más allá de intereses partidistas y de la
ideología individual de funcionarios en cuanto gobernantes transitorios. No
debe esperarse otro tipo de relaciones.
El
concepto de sindicato magisterial como una instancia benefactora, espacio para
legitimar simulaciones o complicidades
heredadas de generaciones pretéritas implantadas y promovidas por
décadas, desde un gobierno unipartidista tiene que dejar lugar a nuevos
proyectos sindicales en que el Estado y los dirigentes sindicales y sus
agremiados, cada uno en su ámbito de competencia, asuman con mayor
transparencia su compromiso con la cobertura y la cada vez mejor calidad de la
educación como producto de nuestro desarrollo nacional.
¿Cuál es la situación del SNTE en estos
tiempos de crisis?
Las
crisis son inherentes a la vida de organizaciones duraderas. A lo largo de su
existencia, sin duda alguna, el SNTE ha tenido crisis que han puesto en riesgo
su prestigio y su lugar honorable; su existencia como una organización nacional
y su vigencia política pertinente. Crisis que en muchos casos han sido
provocadas desde el exterior gremial. Para nadie debe ser un secreto que las
mayores amenazas a la institución se han originado desde instancias que desde
el siglo pasado lo ven como una fuerza que ha impedido el triunfo de la
reacción conservadora. El triunfo de los mismos apellidos, semejantes voces e
idénticas ideologías. Quienes han atacado
la implantación de la escuela laica; se opusieron tenazmente a los
libros de texto gratuitos; critican la calidad de la educación y proponen
eliminar conquistas laborales del magisterio para convertir a la formación de
niños y jóvenes en un objeto de lucro.
El
sindicato tiene que volver a muchos de
los ideales sociales que le dieron origen, aunque muchos de sus dirigentes
parecen luchar en sentido contrario. Sin desear el retorno de un apostolado
gratuito por rebasado, tiene muchos temas de lucha social marginados en aras de
lo que se llama “profesionalización” que en muchos casos ha hecho olvidar su
hermoso lema de “Por la Educación al Servicio del Pueblo” Permanecer en la
indiferencia actitudinal es promover o
abonar la falta de democracia organizacional; es renunciar al derecho del
trabajador, quien sostiene con sus cuotas a su organización; a su deber de
velar por su desarrollo profesional y justicia económica.
¿Qué podemos esperar del sindicalismo
magisterial?
Desde
esta perspectiva, es de esperarse que el sindicalismo magisterial sea un factor
indispensable para educar a las futuras generaciones de mexicanos en el
espíritu del Articulo Tercero Constitucional: la democracia como un sistema de
vida; la paz entre las naciones; el desarrollo armónico del individuo y, por
tanto, la distribución cada más equitativa de la riqueza nacional con una sola
condición; que sea un medio y no el único factor de la educación que nos irá
colocando al nivel de vida de países que han desarrollado su estructura social
y la calidad educativa sea un reflejo de ese desarrollo y no a la inversa como
falsamente se difunde. Entonces y sólo entonces, se hará necesaria y evidente para todos una
evaluación del sistema educativo, los docentes y los alumnos como parte de
él, y no al margen.
Por
el momento terminamos esta charla con el Mtro. Avelino Reyes Pech, quien es un
gran conocedor de la vida interna del sindicato magisterial más gran de América
Latina. Un intelectual que viene investigando académicamente el transcurso de
los sindicatos magisteriales de Veracruz, durante los últimos diez años. Reyes
Pech, de quien se aprende siempre algo, de ese acervo cultural que le han legado
la lectura, la escritura y la docencia.