2012/09/08




Sindicalismo magisterial desde la visión de Avelino Reyes Pech

Por Luis Gerardo Martínez García

Avelino Reyes Pech nació en Calkini, Campeche en el año 1938. Su trabajo profesional docente siempre lo desempeñó en diferentes regiones del estado de Veracruz durante más de cincuenta años. Orgulloso habla de su desempeño en Educación Primaria, además de la Secundaria (que ahora forma parte de la educación básica); ejerció las mismas funciones en Educación Media Superior y Superior (Preparatoria, Educación Normal y Universitaria). También fue dirigente estudiantil local y nacional; dirigente sindical a nivel local y estatal. Participó en congresos pedagógicos, seminarios y foros educativos así como sindicales. Se graduó como Profesor de educación primaria  y de educación media; estudió Pedagogía y  Filosofía en la Universidad Veracruzana; posteriormente estudió la Maestría en Desarrollo de la Educación Básica en la Universidad Iberoamericana. Actualmente es pensionista, lo cual no le ha impedido continuar como miembro del Órgano de Evaluación  Independiente con  carácter Federalista (OEIF) y del Comité Estatal de Seguimiento (CES) del Examen Nacional para el Concurso por el cual se selecciona a los maestros para ocupar plazas docentes. Gran parte de su tiempo lo dedica a escribir artículos en periódicos y he colaborado en la fundación de revistas educativas. Platiqué recientemente con él sobre el sindicalismo magisterial.
Reyes Pech expresa “Debo entender  con la expresión ´sindicato magisterial´ al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) con delegados  sindicales en todo el país sin olvidar que existen otros sindicatos magisteriales con menor número de agremiados y espacios territoriales de cobertura. Desde esta perspectiva, como otros sindicatos nacionales, el SNTE es producto de las etapas políticas que los trabajadores protagonizaron  en el país en la primera mitad del siglo XX,  durante las convulsiones sociales que dieron lugar a la institucionalización de lo que se conoce como la revolución mexicana. La lucha de los maestros de todos los ámbitos del país y niveles educativos, en busca de su identidad profesional y de sus derechos laborales no puede entenderse fuera esas etapas históricas. Desde sus pequeñas organizaciones gremiales locales, municipales y estatales hasta su conformación nacional en una organización estructurada como un interlocutor político del poder, el SNTE ha transitado por varias etapas y en cada una de ellas ha sido factor de discusión y lucha política por alcanzar o preservar los derechos profesionales y económicos de quienes militamos en la organización sindical labor, imposible sin la interlocución política.”
¿Cómo se puede valorar al SNTE en esta situación política?
El SNTE que agrupa mayoritariamente a los trabajadores de la educación que prestan servicios en  educación básica y normal, desde su origen, jugó el papel de principal interlocutor nacional del gobierno para resolver muchos  problemas políticos y económicos del país y del poder público. Por tanto, como organización política de origen, ha mantenido esa naturaleza que le dio su origen. Nace en el gobierno de Manuel Ávila Camacho por necesidades de orden político, y desde su conformación en el año de 1943; ha pasado por etapas de luces y sombras. Merecen ser nombradas, entre las primeras, la creación de la Fundación para la Cultura del Maestro en 1991; impulso a la edición de obras pedagógicas y literarias; la fundación de la biblioteca del Centro Nacional de Arte Contemporáneo; creación del Instituto de Estudios Sindicales y Educativos de América (IEESA); las iniciativas por ampliar la cobertura de la educación gratuita, etc. En lo político, creo que hasta este momento mantiene su fuerza numérica y política para ser un actor o referente importante en el quehacer de muchas instituciones del país. Sin desconocer que en su interior vive una serie de contradicciones explicables y necesarias dadas la pluralidad ideológica y pedagógica de sus miembros, ha conservando condiciones de tolerancia y  convivencia con tales manifestaciones, si bien esa tolerancia está lejos de ser homogénea en todas las secciones estatales que integran su estructura organizacional. Hoy por hoy, constituye una instancia necesaria para la defensa de la escuela pública amenazada por una fuerza privatizadora deseosa de un modelo ultraconservador con la  pretensión de convertir a la educación en factor de rentabilidad de mercado. En esas circunstancias, el magisterio debería  tener conciencia de la necesidad de contar con un instrumento organizacional legal para demandar al Estado condiciones justas en las percepciones salariales y ´profesionales afín a la naturaleza de su materia de trabajo.
¿Podemos hablar de la relación Estado-SNTE?
Dentro de esta lógica, la relación del Estado con el SNTE tiene que dirigirse a impulsar de hecho y de derecho su autonomía organizacional del poder público y de los poderes fácticos del país. La preocupación del Estado Mexicano tiene que limitarse a considerarlo como un factor importante  para lograr un propósito común: el de contar con una  organización de trabajadores de la educación que requiere  respeto a su autonomía política y apoyos para mantenerse con el compromiso social que lleva como objetivo el desarrollo nacional más allá de intereses partidistas y de la ideología individual de funcionarios en cuanto gobernantes transitorios. No debe esperarse otro tipo de relaciones.
El concepto de sindicato magisterial como una instancia benefactora, espacio para legitimar simulaciones o complicidades  heredadas de generaciones pretéritas implantadas y promovidas por décadas, desde un gobierno unipartidista tiene que dejar lugar a nuevos proyectos sindicales en que el Estado y los dirigentes sindicales y sus agremiados, cada uno en su ámbito de competencia, asuman con mayor transparencia su compromiso con la cobertura y la cada vez mejor calidad de la educación como producto de nuestro desarrollo nacional.
¿Cuál es la situación del SNTE en estos tiempos de crisis?
Las crisis son inherentes a la vida de organizaciones duraderas. A lo largo de su existencia, sin duda alguna, el SNTE ha tenido crisis que han puesto en riesgo su prestigio y su lugar honorable; su existencia como una organización nacional y su vigencia política pertinente. Crisis que en muchos casos han sido provocadas desde el exterior gremial. Para nadie debe ser un secreto que las mayores amenazas a la institución se han originado desde instancias que desde el siglo pasado lo ven como una fuerza que ha impedido el triunfo de la reacción conservadora. El triunfo de los mismos apellidos, semejantes voces e idénticas ideologías. Quienes han atacado  la implantación de la escuela laica; se opusieron tenazmente a los libros de texto gratuitos; critican la calidad de la educación y proponen eliminar conquistas laborales del magisterio para convertir a la formación de niños y jóvenes en un objeto de lucro.
El sindicato  tiene que volver a muchos de los ideales sociales que le dieron origen, aunque muchos de sus dirigentes parecen luchar en sentido contrario. Sin desear el retorno de un apostolado gratuito por rebasado, tiene muchos temas de lucha social marginados en aras de lo que se llama “profesionalización” que en muchos casos ha hecho olvidar su hermoso lema de “Por la Educación al Servicio del Pueblo” Permanecer en la indiferencia actitudinal es promover  o abonar la falta de democracia organizacional; es renunciar al derecho del trabajador, quien sostiene con sus cuotas a su organización; a su deber de velar por su desarrollo profesional y justicia económica.


¿Qué podemos esperar del sindicalismo magisterial?
Desde esta perspectiva, es de esperarse que el sindicalismo magisterial sea un factor indispensable para educar a las futuras generaciones de mexicanos en el espíritu del Articulo Tercero Constitucional: la democracia como un sistema de vida; la paz entre las naciones; el desarrollo armónico del individuo y, por tanto, la distribución cada más equitativa de la riqueza nacional con una sola condición; que sea un medio y no el único factor de la educación que nos irá colocando al nivel de vida de países que han desarrollado su estructura social y la calidad educativa sea un reflejo de ese desarrollo y no a la inversa como falsamente se difunde. Entonces y sólo entonces,  se hará necesaria y evidente para todos una evaluación del sistema educativo, los docentes y los alumnos como parte de él,  y no al margen.
Por el momento terminamos esta charla con el Mtro. Avelino Reyes Pech, quien es un gran conocedor de la vida interna del sindicato magisterial más gran de América Latina. Un intelectual que viene investigando académicamente el transcurso de los sindicatos magisteriales de Veracruz, durante los últimos diez años. Reyes Pech, de quien se aprende siempre algo, de ese acervo cultural que le han legado la lectura, la escritura y la docencia.